Si creías que la cerveza sueca era solo Lagers aburridas, Brewski llegó para cambiar tu mundo. Fundada en 2014 en Helsingborg, esta microcervecería se ha ganado un culto global bajo una premisa simple pero difícil de ejecutar: "Explorar los límites de lo que puede ser una cerveza". ¿Su arma secreta? La fruta. Mucha fruta.
Brewski no tiene miedo de añadir mango, maracuyá, piña o frambuesa en cantidades industriales a sus fermentadores. El resultado no son "refrescos", sino cervezas complejas, turbias y con una textura sedosa que desafían la Ley de Pureza para abrazar la Ley del Sabor.
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