Si hoy disfrutamos de la cerveza Lambic en todo el mundo, es en gran parte gracias a un hombre: Frank Boon. La historia de esta cervecería comienza en 1972, cuando un joven Frank recorría Bélgica descubriendo especialidades locales. Enamorado de la Geuze y las cervezas de fermentación espontánea, e inspirado por el maestro mezclador René De Vits, decidió tomar la antorcha.
Establecida oficialmente en 1975 en Lembeek (el pueblo que, según la leyenda, dio nombre al estilo "Lambic"), Brouwerij Boon no es solo una fábrica; es un santuario de barriles de roble (foeders) donde el tiempo y la paciencia son los únicos ingredientes que no se pueden comprar.
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